Biden, el ultimo presidente de la primera potencia

Biden, el ultimo presidente de la primera potencia

Del libro – “Cuando el Centro se celebró”.  por Donald Rumsfeld

La patética imagen de un presidente chocheando, no dando pie con bola, comparada con la omnipresencia del líder chino en estos últimos días, nos ha mostrado una conclusión estratégica de consecuencias inimaginables: Estados Unidos ha perdido el liderazgo mundial y Occidente ha sucumbido frente al autoritarismo político y religioso que se alza victorioso en esta guerra por la primacía mundial que el mundo abordó a comienzos de este milenio.

Occidente, que ahora clama por las vejaciones que sufrirán las mujeres afganas, lleva veinte años preguntándose porqué tenían que morir nuestros jóvenes en Afganistán o en Irak. No había razón para este sacrificio según su argumentario, que seguía a pie juntillas los mensajes que llegaban desde el falso progresismo y Moscú. Trump, con su lógica empresarial, llegó a una conclusión evidente a la vista de la realidad: el precio por mantener un Afganistán decente era demasiado alto, especialmente viendo la poca consideración que los aliados tenían por ese liderazgo y la nula predisposición de los afganos para defender sus derechos.

Toda la izquierda que ahora lamenta lo que va a ocurrir en Afganistán nunca, nunca, apoyó estas misiones. Es más, muy al contrario, ha mirado hacia otro lado ante las políticas de países que continúan condenado con la pena capital la homosexualidad y que consideran a la mujer un ser inferior. El problema es que estos países que obran de esta manera son aliados de estados como Rusia, China, Turquía, Cuba, Irán, y la capacidad de maniobra es muy limitada cuando estamos ya rendidos moralmente.

Estados Unidos no se retira de Afganistán, se retira del mundo; cansado de clamar en el desierto por la necesaria solidaridad en la defensa de Occidente, mientras que nosotros los españoles nos empeñamos en disfrutar de una pax americana que se acabó. Asistimos, como en los tiempos de Cómodo, a los estertores de la caída del imperio de Occidente. El mundo de derechos que nació en Grecia y Roma y que evolucionó gracias a la Ilustración y la Revolución francesa ha muerto. China, un estado autocrático, militarista y comunista es la nueva potencia mundial, y no descartemos su responsabilidad en la caída de Afganistán, Libia, Siria y en la quiebra de la salud de Occidente. Rusia, su pequeño aliado, será el gendarme en Europa de Beijing, mientras que el radicalismo religioso se impondrá en el mundo musulmán desde Estocolmo hasta Yakarta.

Sobre Afganistán hay cientos o miles de espías, drones y satélites, no seamos tan inocentes, los talibanes no tomaron el país en dos semanas, se lo regalamos, saben que sólo tienen que esperar unas semanas a que salgan de la macro base de la OTAN en el aeropuerto de Kabul unos cuentas miles de occidentales y comenzará, una vez más, su régimen de terror. No es la primera vez que Occidente entrega a los talibanes el poder en Afganistán; pero en los noventa fue como consecuencia de una victoria, ésta es de una derrota; como ven el panorama es muy diferente.

Hace unos años tuve ocasión de pasear por Kabul, durante varios días tomé un taxi y fui a visitar mercadillos y pisar la calle. Gracias a un traductor pude hablar con muchos niños y jóvenes, toda su ilusión era conocer a Ronaldo y dejar el país; no querían volver al pasado, pero les faltaba la conciencia nacional. Los cipayos nunca fueron buenos soldados, porque la milicia sin vocación y patriotismo es comparsa; si los militares olvidan para qué luchan son derrotados.

China, Rusia y el Islamismo radical dominarán el mundo de los próximos siglos, y ya no tendremos dónde irnos, y todas aquellos logros que conseguimos en materia de derechos se esfumarán. Porque todos estos avances no eran consecuencia de unas cuantas algaradas callejeras, ni se construyeron a golpe de tweet, o desde la poltrona de los ministerios, sino en los campos de batalla, y si ya no estamos dispuestos a luchar, el colapso es inevitable. No se trataba de conquistar los cielos sino la Tierra

Los que hoy lloran por las mujeres afganas, ayer pedían salir de Afganistán; los que llamaron genocidas a los que fueron a contribuir a la seguridad de Occidente y a liberar pueblos del terror, hoy son los auténticos genocidas. Vuestra es la culpa de lo que pasará, no de Bush o de Aznar o Blair; los que os manifestabais en contra de la guerra estabais provocando lo que hoy estamos viendo. Los políticos occidentales han visto que es más fácil ganar elecciones no buscando problemas fuera; en unos años nadie se acordará del régimen de terror en Afganistán; y si son un poco listos y no molestan, estarán durante siglos, total son muchos los países que aplican la Sharia y casi nadie se queja. Limpiar conciencias trayendo a unos cientos de afganos no eximirá de la tremenda responsabilidad de haber dejado caer a un gobierno que era bueno. Que no nos confundan, Ghani fue un buen presidente y el país cambió muchísimo a mejor, claro que para cambio el que viene en cuestión de semanas.

La ruta de la Seda será el nuevo Eje que unirá a las potencias victoriosas, mientras que en unos años, los europeos y nuestra cultura seremos historia, creíamos avanzar en una dirección y marchábamos en la contraria por nuestra desidia.

Si Occidente tuviera los líderes que debiera, hoy estaríamos retomando Kabul y aniquilando a los talibanes, habríamos acabado con Maduro, el régimen castrista, Hamas, Irán, con Asad, el Estado Islámico, habríamos defendido Ucrania e impedido el golpe militar en Myanmar y entonces China y Rusia habrían entendido el mensaje, y entonces nuestro modelo social y progresista se impondría en el mundo, pero ya soy consciente de que esto no es una opción para las débiles democracias. Quizás ha caído algo mucho más importante que Kabul.

Este artículo fue publicado originalmente en Libertad Digital el 17 de agosto de 2021
Este tiene similar nivel al de Perez Reverte y es reciente,  también de un escritor español
UNO PARA T APUESTO QUE NO SABÍAS

En 1975, se dejó que el presidente Ford manejara el difícil final de la guerra de Vietnam.  El presidente Ford fue al Congreso en busca de un paquete de ayuda para permitir la evacuación del personal estadounidense y nuestros aliados.  Sin embargo, hubo UN SENADOR de EE. UU. Que se opuso a tal apoyo.  El resultado fue la evacuación apresurada y embarazosa del techo de la embajada estadounidense en Saigón.

Este senador se deleitó con la vergüenza e hizo todo lo posible para apalancarla políticamente contra Ford.  A pesar de los esfuerzos de este senador estadounidense, el presidente Ford logró rescatar a 1.500 aliados de Vietnam del Sur antes de la caída del país.  Si el presidente Ford no hubiera actuado rápidamente, estas personas habrían sido atacadas y asesinadas por su apoyo a Estados Unidos.  Cuando llegaron a Estados Unidos, el presidente Ford pidió al Congreso un paquete para ayudar a estos refugiados a integrarse en la sociedad estadounidense.

Ese MISMO SENADOR problemático TORPEDÓ CUALQUIER APOYO para estos conmocionados, anticomunistas, pro estadounidenses y nuestros ayudantes, los refugiados.

En cambio, el presidente Ford tuvo que reclutar organizaciones cristianas para ofrecer asistencia de forma voluntaria.  Al hacerlo, el senador menospreció esos esfuerzos.  ¿Qué tipo de persona se opondría al trabajo incansable del presidente Ford para hacer lo correcto y humanitario?  ¿Quién querría jugar a la política con el bienestar de personas inocentes que apoyaron a Estados Unidos en la trágica guerra de Vietnam?

    

Redazione

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